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jueves, 18 de noviembre de 2010

¡Feliz día mundial de la filosofía!

El tercer jueves de noviembre de cada año es, desde 2005, el día mundial de la filosofía, tal y como lo estableció la Unesco. Este año, los actos de celebración de este día tendrán lugar en París y los distintos eventos tienen por título y como hilo conductor "Filosofía, diversidad cultural y acercamiento de las culturas".

La filosofía es patrimonio de la Humanidad, y, de acuerdo a las argumentaciones que ofrece la Unesco para que tenga un día de conmemoración, surge del asombro y "es una forma de sabiduría que nos enseña a reflexionar sobre la reflexión en sí misma, a cuestionar constantemente las verdades establecidas, a verificar las hipótesis y a establecer conclusiones". La filosofía tiene su propio método científico: el argumentativo. Tiene experimentos, aunque de naturaleza mental en muchos casos. Y también un laboratorio, que es el de toda la realidad.

A pesar de todo el debate que existe en torno a qué es filosofía, creo que la respuesta a esta pregunta es más sencilla de lo que se piensa: la filosofía es una investigación racional que tiene como objeto de estudio la naturaleza de la realidad. Por supuesto, esta definición es demasiado amplia. Me arriesgo a decir que tan amplia como a propia filosofía, que no sólo es la madre de todas las ciencias, sino que, además, abarca todos los aspectos del saber y del ser típicamente humanos.

Filosofía es una forma más profunda de acercarse al mundo. Pero esa profundidad no debe entenderse como un cúmulo de palabras que suenan profundas pero que, en el fondo, no tienen sentido. Esta consideración de la filosofía ha hecho mucho daño a esta disciplina.

La profundidad debe entenderse como la búsqueda de un elemento o problema real, de naturaleza mental o extramental, hasta sus últimas consecuencias, hasta encontrar su plena comprensión, hasta encontrar la verdad. El problema es que esta constante búsqueda de la verdad sirve, en muchas ocasiones, para darse cuenta de que los problemas filosóficos no sólo no se resuelven, sino que, cuanto más se hunden las raíces en ellos, más conscientes somos de que el fondo de las cosas es más complejo de lo que parecía en principio. Entonces, descubrimos nuevas cuestiones para problematizar que, poco a poco, nos llevan a una comprensión más profunda de todo cuanto nos rodea. Ésta es la constante búsqueda del filósofo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

La recepción de Aristóteles en el mundo musulmán

¿Cómo se recibe en Occidente la filosofía griega? En numerosas ocasiones, se sostiene que la filosofía griega llega a Europa a través de los árabes, es más, numerosos manuales de historia de la filosofía insisten en esta cuestión. En este caso, se hace especial hincapié en la filosofía de Aristóteles: son muchos los que afirman que la filosofía aristotélica nos llega, fundamentalmente, a través de los árabes, de las traducciones que se hicieron primero en Siria, luego en Bagdad y que, finalmente, llegaron a España para extenderse al resto de Europa.

La importancia de conocer el origen y difusión de estas traducciones recae en la influencia que tiene su recepción, dado el papel que juegan en la constitución y desarrollo de las universidades europeas. Con ellas, se introducirán cambios en los curricula de las universidades, esto es, en la organización de los planes de estudios, que propiciarán una nueva organización de las distintas materias o áreas del conocimiento, influyendo, así, en todo el desarrollo científico posterior. Efectivamente, hablo de desarrollo científico posterior, pues las traducciones que se reciben en Europa serán condición de posibilidad de la Revolución Científica del siglo XVII, entre otras cosas. Pero esto ya lo explicaré con más detalle en otro momento.

Me centraré, en este post, en cómo tiene lugar la recepción, en el mundo árabe, de la filosofía de Aristóteles, para mostrar que la afirmación “Aristóteles llega a Europa a través de los árabes” no es cierta. Al menos, no es del todo cierta, pues, en la mayoría de los casos, las traducciones que tuvieron mayor difusión fueron aquéllas que se hicieron directamente desde el griego.

Si bien este post se remite exclusivamente a las traducciones hechas desde el árabe, en post sucesivos trataré el resto de las traducciones y cómo tiene lugar la recepción que realiza el Occidente latino de la obra aristotélica, cuya influencia se deja sentir en toda la historia de la filosofía. Abordemos, así, la cuestión que nos ocupa.


El centro filosófico, médico y teológico más importante del momento estaba situado en Siria, la Escuela de Nisibis, que fue fundada alrededor del 350. Situada en el centro del mundo de habla siria y dentro del Imperio romano, principalmente era una escuela teológica. Tal era su importancia, que llega a hablarse de ella, aunque de manera ciertamente anacrónica, como“la primera universidad del mundo”. Cuando se decreta el cierre de la Escuela de Nisibis, el obispo de esta ciudad, San Efrén de Nisibis, funda, en el 363, la Escuela de Edesa o “Escuela de los persas”. Ambas Escuelas son centros intelectuales en los que, si bien se presta especial atención a los escritos de los Padres de la Iglesia, dado su carácter eminentemente teológico, también se traducen, del griego al sirio, numerosos tratados de Aristóteles, Galeno e Hipócrates, con lo que se empieza a tener contacto con la ciencia y filosofía griegas.

Cuando, en Oriente, el islamismo reemplaza al cristianismo, en el siglo VIII, los sirios continúan su labor de difusión de la filosofía helénica. La dinastía de los califas Abbasidas o califato de Bagdad, fundada en el 750, tiene a su servicio a los sirios, que continúan enseñando y traduciendo, bien del griego al sirio, bien del griego al árabe. Entre los años que transcurren del 790 al 900, gran parte del Corpus aristotélico había sido traducido. Además, no sólo se traduce a Aristóteles, aunque su influencia sea la más fecunda, sino también a Ptolomeo, Arquímedes, Hipócrates, Euclides, Teofrasto y Alejandro de Afrodisia y la República y las Leyes de Platón.

De este movimiento de traducción, añadido al intercambio cultural y a la necesidad de entendimiento mutuo, surgió una especulación filosófico-religiosa musulmana. Tomando la especulación helénica y, en muchos casos, apartándose de la especulación teológica, los filósofos árabes iban construyendo sus doctrinas. Éstas influirían profundamente en el Occidente cristiano.

La recepción de la filosofía árabe en Europa tiene lugar gracias al contacto entre musulmanes y cristianos y a las traducciones al latín de obras escritas en árabe. Las primeras traducciones del árabe al latín tienen lugar hacia el fin del siglo XI. Se traducen textos de medicina y de filosofía natural y la mayoría de las traducciones vienen de la mano de Constantino el Africano.

Ya en España, hacia la primera mitad del siglo XII, el arzobispo de Toledo del momento, Raimundo de Sâuvetat, que ostenta el cargo entre 1126 y 1151, hace traducir obras de Aristóteles y de Alfarabí, Avicena, Algazel y Ben Gabirol (Avencebrol), también de carácter más o menos aristotélico, lo que contribuyó a la difusión del aristotelismo. El movimiento de traducción en España no sólo tiene lugar por el interés o patrocinio eclesiástico, sino también por el propio interés de los traductores, por la demanda de textos científicos por las escuelas francesas, así como por la disponibilidad de los manuscritos árabes en las ciudades recién conquistadas por los cristianos. De entre los traductores, destacan Dominicus Gundissalinus (Gundisalvi), Ibn Daud, Iohannes Hispanus y Gerardo de Cremona.

Durante este largo periodo, el grueso de la obra de Aristóteles ya había sido traducido. Nos encontramos, en este momento, al final del siglo XII. Sin embargo, por las escasas citas que se hacen de las obras, podemos inferir que no se leían de forma amplia y que su difusión no era masiva. Y es que albergaban una gran dificultad a la hora de comprenderlas, debido a cómo se realizaban las traducciones: palabra por palabra del siríaco a la lengua vulgar, el ladino, y, de ahí, al latín. Otra de las dificultades se encuentra en el hecho de que, si bien las traducciones, como las que se hicieron del griego, eran literales, en las que se hicieron desde el árabe, mediaba el siríaco, una lengua cuyas raíces son semíticas y, por ello, la traducción resultaba más difícil y su lectura más ininteligible. De ahí que las traducciones hechas desde el griego gozaran de mayor aceptación y difusión.


Fuentes:
  • Dod, Bernard G., “Aristoteles Latinus”, en The Cambridge History of Later Medieval Philosophy. From the Rediscovery of Aristotle to the Disintegration of Scholasticism 1100-1600, pp. 45-79, Norman Kretzmann, Anthony Kenny, Jan Pinborg (eds.), Cambridge Histories Online, Cambridge University Press, 2008.
  • Gilson, Étienne, La filosofía en la Edad Media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV, Gredos, Madrid, 2007.
  • Grant, Edward, A History of Natural Philosophy. From the Ancient World to the Nineteenth Century, Cambridge University Press, Cambridge, 2007.
  • Hasse, Dag Nikolaus, “Influence of Arabic and islamic Philosophy on the Latin West”, en Stanford Encyclopedia of Philosophy.

lunes, 8 de noviembre de 2010

De mudanzas

Estoy en periodo de mudanzas. Acicalando este sitio para empezar de nuevo.

¡Os espero!