Por eso, una buena formación en lo que a argumentación y retórica se refieren es vital para el filósofo, siendo nuestra disciplina, que lo es, eminentemente discursiva. Sin embargo, en muchos casos la formación en materia de argumentación se va dejando y no se le da la importancia que merece. Y luego nos encontramos con discursos absurdos y la mar de "retóricos" (en el peor sentido posible del término) a los que muchos llaman "filosofía" sin ser, en muchos casos, nada más que un chiste de mal gusto (postmodernos, perdonadme por lo que acabo de decir). Nuestro instrumento es la palabra; nuestro método científico, el argumentativo; nuestro laboratorio, la naturaleza.
Pensando en estas cosas y revisando mi antiguo blog de la coctelera, he recordado que tengo algunos posts que vienen bien para contribuir a que no ocurran estas cosas de las que me he quejado anteriormente y creo que merece la pena rescatarlos. Dicho esto y, aunque algunos podáis pensar que no es así, el daño ya está hecho. No intentéis detenerme. En mi defensa, alegaré que no los copiaré tal cual. El tiempo nos hace pensar un poco más.
El primer post rescatado tiene que ver con lo que se llaman "máximas conversacionales" y está basado en un artículo de Grice, "Lógica y conversación", que podéis consultar aquí. Ahora, al lío.
¿Cómo hacer un uso apropiado de los argumentos en una conversación? Grice nos desvela la existencia de un conjunto de máximas que guían el uso del lenguaje en la conversación y que se sustentan en el principio cooperativo. ¿Y qué es el “principio cooperativo”? Éste nos dice: que tu aportación a la conversación sea lo oportuno y adecuado a la finalidad de la conversación.
Dicho esto, las máximas pueden ser de cantidad, de cualidad, de relación o de modo:
- Máxima de Cantidad: que tu intervención contenga toda la información necesaria y sólo la información necesaria.
- Máxima de Calidad: decir todo lo que se considera verdadero y sólo aquéllo de lo que se tienen pruebas adecuadas.
- Máxima de Relación o pertinencia: ir al grano y ser pertinente.
- Máxima de Modo: ser claro, preciso, no ser ambiguo. Ser breve y ordenado.
Salvo que se especifique lo contrario (que se cancelen), estas máximas funcionan. Pueden dejarse en suspenso, como ocurre al decir "mis labios están sellados", con lo que se manifiesta que no se va a cooperar. También pueden violarse, aunque esto puede llevar a equívocos. Un ejemplo de violación en relación con la máxima de cantidad ocurriría, por ejemplo, si yo pregunto qué tal es el profesor "x" y la respuesta es "bueno, llega puntual a clase", violando así, la máxima de cantidad (dado que no ha aportado la información necesaria), queriendo decir o implicar conversacionalmente que "no es un buen profesor". Las máximas también pueden explotarse si se dejan de cumplir manifiestamente sin dejar nada en suspenso ni querer inducir a equívocos, como cuando decimos "la guerra es la guerra" o cualquier otra tautología similar.
También existen falacias derivadas de un mal uso de las máximas. Aquí conviene repasar que, para que un argumento sea válido, la verdad de las premisas debe transmitirse a la conclusión. Con respecto a la máxima de cantidad, dado que estamos hablando de la información que contiene nuestro argumento, hemos de saber que, si la conclusión no se sigue de las premisas, tendremos falacias de non sequitur. Todas ellas son formas de violación de la máxima de cantidad. Algunas de éstas son:
- Post hoc, ergo propter hoc: es un argumento de falsa causa. De la correlación de dos elementos, A y B, se pasa a una relación de causalidad en la que A causa B o B causa A. Esta falacia suele usarse en argumentos supersticiosos. Un ejemplo sería decir que, como el gallo siempre canta antes de que salga el sol, la causa de que salga el sol es que el gallo cante.
- Slippery Slope o Argumentos de pendiente resbaladiza (también llamado “bola de nieve”): éste es un tipo de argumentación donde se da una falsa consecuencia. Partes de una proposición “p”y derivas de ella una consecuencia de la que, a la vez, se deriva otra consecuencia, de la que se deriva otra... hasta finalmente demostrar una consecuencia que no tiene nada que ver con el hecho del que partías. Suele usarse en argumentos catastrofistas.
Otra de las condiciones para cumplir esta máxima es que la conclusión nos dé más información que las premisas. Hay falacias que se derivan del uso de premisas que el interlocutor aceptará de antemano:
- Falso dilema: o A o B. Se prescinde de todas las posibles alternativas y se presentan éstas como las únicas. Por ejemplo: o estás con nosotros o contra nosotros.
- Falso término medio: negativa a aceptar un dilema real presentando una tercera alternativa que, en realidad, no existe. Por ejemplo: ni determinismo, ni libertad, sino una mezcla de ambas.
- Ad consequentiam: no aceptar algo sólo porque no te gustan sus consecuencias, pero eso no implica que la consecuencia sea rechazable ni que el argumento sea falso. Suele usarse para el autoengaño. Por ejemplo: no puedes aceptar que la teoría de la evolución sea verdadera, porque entonces nosotros no seríamos mejores que los monos.
Hasta aquí lo que respecta a las máximas por hoy.
7 comentarios:
Bonito blog. Si hubiera sabido antes que existía te habría citado a tí y no a uno que me encontré por ahí en la web sin ton ni son. Hay que publicitar más estas cosas hijica, aquí va mi comentario. Me ha gustado, si no te parece mal le doy a seguir.
Muchísimas gracias, Santi. Voy renqueando con el blog, pero no lo dejo. Siempre he pensado que hay que difundir el conocimiento y estas cosas son de las que me alegran el día. Gracias, perla ;)
Muy breve pero atinente el resumen de Grice. Gracias por citar la fuente. arielcamps@yahoo.com
Me encanta que estés resucitando el blog :).
Genial el tema y su exposición, clara y sintética. Si fueras un mozo, te pedía DE salir ;).
Muchas gracias. Sí, voy a ver si vuelvo a poner esto en marcha. ;)
Me ha encantado la educada alusión crítica a las postmoderneces logomáquicas. Tiene usted criterio, señorita. Clara y distinta su exposición, diamantina. Creo que la enlazaré en mis blogs: Filosofía y ciudadanía y A pie de clásico. ¡Mucho ánimo filosófico! Curiosidad y razón ya se muestran.
¡Muchísimas gracias! ¡Un honor recibir este comentario! A ver si, poco a poco, me voy desliando: estas cosas animan a escribir. ¡Gracias de nuevo!
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