El lenguaje nos permite conectar con los demás y expresar nuestras ideas. Si no lo usamos bien, puede que en lugar de difundirlas con precisión, lleguemos a malentendidos y equivocaciones. De ahí la importancia de un uso adecuado del mismo.
Son muchos los casos en los que un uso impreciso del lenguaje lleva a confusión. Orwell, en su ensayo de 1946 llamado Politics and the English Language, nos previene sobre todo de la ocurrencia de esto en el mundo de la política. Muchas veces el lenguaje se usa con imprecisión para evitar que la gente pueda posicionarse con exactitud.

En el ya mencionado ensayo, el autor aporta seis reglas para escribir con efectividad:
  1. Nunca uses una metáfora, símil, u otra figura retórica que estés acostumbrado a ver impresa.
  2. No uses nunca una palabra larga donde baste una corta.
  3. Si es posible eliminar una palabra, elimínala siempre.
  4. No uses nunca la pasiva donde puedas usar la activa.
  5. Nunca uses una frase extranjera, una palabra científica o una jerga si puedes pensar en una palabra equivalente del lenguaje cotidiano.
  6. Rompe cualquiera de estas reglas antes de decir algo indiscutiblemente bárbaro.
Las frases hechas ya no evocan imágenes vívidas en la gente. Suelen repetirse mecánicamente y, en muchas ocasiones, incluso se desconoce su significado exacto. Para Orwell, son "un claro signo de que el escritor no está interesado en lo que está diciendo". El cerebro de alguien que utiliza este tipo de frases no se involucra del todo en lo que está diciendo; al menos, no de la misma manera que si eligiera las palabras por sí mismo.

Asimismo, el uso de palabras “científicas”, se hace "para disfrazar un simple enunciado y dar un aire de imparcialidad científica a juicios parciales". Por otro lado, el uso de palabras extranjeras suele hacerse "para dar un aire de cultura y elegancia".

Para Orwell, antes de utilizar palabras grandilocuentes, -que pueden llevar a equívocos-, palabras técnicas, -que muchas veces son difíciles de entender-, o frases “familiares”, -que no provocan sentimientos en nosotros-, un escritor escrupuloso debe hacerse a sí mismo estas cuatro preguntas acerca de cada frase que escribe:

(i) ¿Qué estoy intentando decir?
(ii) ¿Qué palabras lo expresarán?
(iii) ¿Qué imagen o modismo lo hará más claro?
(iv) ¿Es esta imagen lo suficientemente fresca para que tenga efecto?

También es probable que se haga dos preguntas más:
(v) ¿Podría escribirlo de manera más corta?
(vi) ¿He dicho algo feo que pueda evitarse?

Por último, Orwell habla ya concretamente en este ensayo de los malos usos del lenguaje en política, en el que, muchas veces para confundir a la gente, no suelen usarse estas reglas, sino más bien lo contrario. Por eso hay que estar muy atento al mismo. Para que no nos tomen el pelo y nos manipulen. Además de que es un lenguaje vago, en el lenguaje de la política hay muchos eufemismos. Él pone varios ejemplos de esto. Tomemos el siguiente:

Ciudades indefensas son bombardeadas desde el aire, los habitantes conducidos al campo, el ganado ametrallado, las cabañas incendiadas con balas incendiarias: esto se llama “pacificación”.(...) Es necesaria esta fraseología si uno quiere nombrar cosas sin evocar imágenes mentales de las mismas.

El lenguaje de la política, según este autor, ha sido diseñado "para hacer que las mentiras parezcan verdaderas y que el asesinato parezca respetable, y para dar al viento puro una apariencia de solidez. Uno no puede cambiar todo esto en un momento, pero al menos puede cambiar sus propios hábitos".

P. S. Éste es mi resumen del fantástico ensayo de Orwell, pero yo recomiendo encarecidamente su lectura. Es muy breve. El problema es que no sé si está en español.
P.P.S. Las traducciones de las reglas y de las citas textuales son mías, así que pido disculpas de antemano por si alguien no se queda muy conforme con ellas. Siempre puede hablar con mi abogado o hacerme una crítica constructiva.

*Post rescatado de mi antiguo blog de La Coctelera.